seamos francos: derrida, lyotard, foucault y todo su barrio son ABURRIDOS y no dicen ni la setenteava parte de lo que hablan.
en verdad, si ordenáramos a los autores de todos los tiempos por la razón contenido-por-página de sus obras, comprobaríamos que la generación que ha talado más árboles por las razones más estúpidas, pero eso sí, sobreelaboradas, y los caprichos más desconsiderados, fue la de esos charlatanes del libro obeso.
pero ese no es mi punto. a lo que quiero llegar es que no se me ha sabido explicar en qué consiste lo auténtico de la posmodernidad. cualquier fuente que encuentro me habla de los SINTOMAS de esta, pero siempre evitan diagnosticar motores por aquello de evadir meterse con juegos de causalidad... probablemente sin ninguna motivación.
al grano. yo creo que existe una ruptura entre la modernidad y la posmodernidad. que la diferencia es cultural. que el punto de fisura es la actitud hacia "el otro," y que el hombre moderno asumió una actitud conflictiva hacia este, mientras que la mujer y el hombre posmodernos asumen una actitud abierta hacia este.
me explico: el hombre moderno presupone un CONFLICTO entre el hombre y la mujer, la humanidad y la naturaleza, lo tradicional y lo moderno, etc. me da flojera ejemplificar y prefiero dejarle este espacio a un cartón ilustrativo: la caricatura del modernismo, el futurismo, presupone un juego de suma cero (si tu ganas, yo pierdo) entre los intereses de cada género, cada cultura, cada especie y así. cada ismo moderno implica un anti-ismo retrógrada.
marx era muy moderno, tanto como hitler--y no lo digo por la fascinación de estos por sus respectivos darwins, sino por sus manías por 1) ver tensión por todas partes y 2) ver siempre a los guamazos como la (re)solución de esas aparentes tensiones. si se fijan, estos autores no solo tienen en común el que viven en un mundo de cartones animados ("el burgués," "el proletario" o "el judío," "el ario") sino también el que nunca consideran la cohabitación, la colaboración, el respeto mutuo y la confianza como opciones de vida.
el purismo, la sobresimplificación, la necesidad de negar al otro para afirmarse, el anti-ismo; son todas enfermedades de la modernidad que marcan un retroceso del "ustedes o nosotros" de la premodernidad al "nosotros o ellos" de los liberales y los conservadores, los comunistas y los capitalistas de la era moderna.
pues bien, la mujer y el hombre posmo asumen una COEXISTENCIA entre los géneros, las culturas, los seres vivientes (entre los que no destaca ninguno, precisamente porque esta consciencia de la existencia del otro no jerarquiza existencias--no hay existencias mayores o menores, mejores o peores). en fin, ahora presuponemos un juego de suma mayor a cero (no hay porqué pelear, podemos salir todos ganando).
de entrada, ahora vemos oportunidades de entendernos cuando antes se veía la necesidad de imponerse, y esto ha hecho la diferencia. antes se peleaba por default contra la naturaleza, ahora se busca complementar nuestras existencias. antes se forzaba la gente a tomar partido entre el tradicionalismo y el modernismo, ahora cada quién hace su coctel al gusto. antes se dividía la casa entre feministas y machistas; ahora la remodelan equitativistas.
a qué voy con todo esto?
la verdad es que quiero hacer unas correcciones a una conversación de la que ya ni me acuerdo. pero más o menos... hace unos 3 años mi hermano me dijo "no hay un cambio profundo entre la modernidad y la posmodernidad--la posmodernidad es la continuidad de la modernidad." como en esa ocasión habíamos limitado nuestra discusión al "progreso" técnico y tecnológico, no pude convencerlo de que había una verdadera ruptura entre estas dos CULTURAS precisamente porque en esa plática no tomamos en cuenta al factor humano, que es a lo que me gustaría enfocar esta entrada.
entonces, a fin de cuentas, coincido con mi hermano: en términos puramente técnicos y tecnológicos no hemos rechazado los avances de la modernidad--simplemente hemos estado trabajando en hacer esas tecnologías menos ecosidas y esas técnicas más respetuosas de la dignidad humana. también hemos hecho avances tecnológicos, organizacionales y científicos propios, pero esos pueden ser interpretados como un mero "progreso" sobre lo que se venía haciendo inclusive desde antes de la modernidad. en una palabra, y sobre todo desde la modernidad, hemos estado trabajando en producir más con menos cada vez más aceleradamente, y ahora seguimos esa pauta precisamente para ahorrar (véase regenerar) recursos naturales y mejorar nuestra calidad de vida.
en lo que difiero con mi hermano es en limitar el debate a términos puramente técnicos y tecnológicos. apenas hace unos días caí en cuenta que el cambio de época no pasó en el mundo en que vivimos sino dentro de nosotros mismos. el motor de la ruptura entre la modernidad y la posmodernidad es cultural y ese cambio no tiene porqué verse reflejado principalmente en herramientas revolucionarias o "nuevos" métodos de producción.
el cambio es de actitud y es completamente arbitrario. no necesitamos tener el conocimiento, las herramientas o la experiencia de la modernidad para asumir este enfoque tan contrastante. por tanto, esta mutación no representa ninguna continuidad, progreso o avance en relación a la modernidad; simplemente es una ruptura ordinaria, que no tiene porque perdurar o predominar.
de hecho, el que adoptemos diferentes posturas que nos hagan equidistar del hombre moderno, no garantiza que vaya a imperar un nuevo orden de las cosas en mayor sintonía con nuestra concepción del mundo. basta con caer en cuenta que son los bush jrs., los putins y los partidos comunistas chinos los que llevan nuestra agenda global.
y es el hecho que nuestras herramientas (nuestra tecnología, nuestros políticos, nuestras instituciones, etc.) sean todavía "modernas" lo que hace difícil de distinguir la era moderna de la posmoderna. la diferencia está precisamente en nuestra capacidad de (co)adorar en los templos intactos y hasta (co)habitar los castillos incólumes de los ocupados, para construir en conjunto un mundo inclusivo, considerado y abierto; un mundo que refleje su cultura de la coexistencia, inclusive a través de la voluntad de sus caudillos y la fuerza de los números.
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