el arte no tiene barreras. no se limita ni a los valores estéticos de los individuos ni a los principios éticos de la humanidad.
los valores estéticos de la gente me tienen sin cuidados--los estilos no son más que cuestiones de gustos, y uno no se puede mofar de ciertas cualidades físicas del prójimo o invitar al odio de ciertos grupos o individuos a través de ellos.
lo que me preocupa es que la ausencia de límites morales del arte exige una gran responsabilidad por parte del artista, que puede ser tentado por sus impulsos creativos para pisotear los derechos y las libertades del prójimo con tal de hacer algo "original," "novedoso," "escandaloso," "auténtico," "único," "revolucionario," "vanguardista," etc.
el artista debe de estar siempre consciente de que lo que es creativo no es siempre lo que es correcto; y de que "lo que es correcto" no está siempre fijado por un mero subjetivismo moral, sino por el mínimo respeto a los derechos del prójimo.
1. el arte puede ser irrespetuoso.
los artistas pueden llegar a ser irrespetuosos de los derechos de otros o de los usos y costumbres de ciertas comunidades sin por eso dejar de ser creativos.
todavía hay quienes admiran la acción del artista alemán que interrumpió la celebración de (no me acuerdo si se trataba de) la eucaristía o un sermón en alguna catedral para clamar a todo pulmón que dios era una salchicha. quienes celebran este acometido sugieren que la libertad creativa tiene privilegios sobre la libertad de culto. también sugieren que la libertad creativa de un intelectual tiene prioridad sobre los derechos elementales de los obreros, campesinos, desempleados, personas con capacidades diferentes, mujeres, niños y ancianos que probablemente se encontraban en ese centro ceremonioso para ejercer en paz su derecho a la libertad de culto.
afortunadamente, hoy en día somos más tolerantes y respetuosos. ningún artista occidental consideraría interrumpir un servicio religioso en una mesquita para clamar a todo pulmón que Alah es una salchicha. la comentocracia global reprobaría al artista occidental que se atreviese a interrumpir una ceremonia budista para clamar a todo pulmón que dios es una salchicha.
2. el arte puede ser desconsiderado.
los artistas pueden ser desconsiderados de las leyes, de los derechos de los otros, o de los usos y costumbres en ciertas comunidades sin que esto reste valor estético a sus obras.
rayar o pintar ciertos muros de propiedad pública o privada se considera un delito menor en ciertos ayuntamientos. ciertos graffiteros consideran que plasmar sus obras de arte (algunas explícitamente ofensivas) rompiendo la ley es el non plus ultra de la estética urbana. algunos graffiteros no se quedan ahí, sino que piensan que es más "vanguardista" plasmar sus obras de arte en muros históricos, zonas arqueológicas y propiedad privada. estos últimos artistas deben preguntarse por qué la libertad de unos ha de tener prioridad sobre los derechos de otros.
3. el arte puede exaltar causas inhumanas.
el artista sin principios y sin escrúpulos puede hacer obras de arte tan acabadas como las de cualquier otro tipo de artista. esta realidad es horrible y le resta puntos al arte en sí en mi lista de cosas bellas de la vida--un artista racista, sexista o fascista puede propagandar sus prejuicios creativamente, artísticamente.
es imposible no reconocer mérito artístico y creativo en el triunfo de la voluntad.
es imposible no reprochar a leny riefenstahl el haber hecho esta y otras obras de arte por la causa nazi.
4. el arte puede ser desalmado.
la desconsideración, el hambre de fama o el placer de escandalizar podrán tentar a ciertos artistas a hacer obras de arte sumamente creativas pero moralmente reprobables.
hubieron artistas que pintaban paisajes y gestas heroicas sobre las orejas arrancadas de los prisioneros de guerra. habrán habacucs que estén dispuestos a pagar a gente cuyas familias estén necesitadas para que estos accedan a morir de una enfermedad terminal o una herida letal en sus galerías de arte.
lo importante es que nunca perdamos la noción de que el arte (de uno) no tiene prioridad sobre el derecho (de los otros), y que la libertad creativa no es un privilegio para humillar, difamar u ofender selectiva u arbitrariamente.
ninguna pirámide vale una vida.
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1 comentario:
Oí una conferencia esta semana de un empresario español, Don Miguel Villar Mir, en la que dijo que la educación, el derecho y la religión nos enseñan a servir a los demás. La persona educada toma en cuenta el bienestar de su prójimo y no actúa egoístamente; el derecho nos obliga a comportarnos de una manera que no sea lesiva a los intereses de los demás (define la mínima solidaridad tolerable en una sociedad); y la religión bien entendida nos impulsa a ser caritativos con los demás.
Pienso que los artistas deben tener las mismas motivaciones que cualquier otra persona. Como bien decía Agustín de Hipona, "Ama y haz lo que quieras", pues eso que quieras siempre va a estar dictado por tu amor al prójimo.
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