tanto de día como a altas horas de la noche se alcanzan a ver decenas de brigadas de adolescentes, madres solteras y familias como las de la foto recolectando objetos que yacen en el suelo, basureros o depósitos del paseo de la feria y vías aledañas.
pude notar dos tipos principales de pepenadores, que coinciden con los dos tipos de ambulantes que de soto describió; estos son:
- el pepenador ambulante, que, por lo general, anda por las vías recolectando lo que va cayendo en el suelo
- el sedentario, que se apropia de un basurero o un área por determinado tiempo, y recolecta con un mayor poder de discriminación basura y objetos extraviados típicamente de mejor calidad y mayor variedad.
lo que tienen en común estos dos tipos de pepenadores es que se dedican a una actividad informal que consiste en recolectar objetos tirados y extraviados.
lo que los distingue es básicamente el poder que el sedentario deriva de venir acompañado, aparentar tener mayor fuerza o indiferencia a recurrir a la violencia, conocer mejor al guardián del orden o a los intendentes del depósito, haber llegado primero, etc.--mientras que el pepenador ambulante las más de las veces es una madre soltera, viuda de edad, vagabundo solitario o niño de la calle no-afiliado, sin mayor apoyo o conexiones (y probablemente con mayor necesidad, lo que puede sugerir que una diferencia de origen consista en los niveles comparativos de pobrezas).

esta actividad económica expone a los pepenadores a cortarse con latas y vidrios; contraer enfermedades infecciosas y hongos en la piel; tener contacto con, o hasta ser picado por, fauna no deseable (tales como ratas, arañas y alacranes); ser pisado o atropellado mientras recoge algo (muchedumbres de transeúntes recorren los paseos de noche con frecuencia--muchos de entre ellos deambulan bajo la influencia del alcohol, sin poder cuidar su paso, y algunos ocasionalmente se agreden, accidentalmente dañando a terceros); etc.
los niños que realizan estas actividades son especialmente vulnerables a estos daños.
QUÉ HACER?
se puede empezar por tomar una medida desotesca: integrar a la informalidad. y es que si en realidad se quiere proceder a regular se ha de comenzar por censar, diagnosticar y planear.
el que esté pensando en tomar medidas draconianas sin solucionar los problemas de fondo, tales como prohibir estas actividades en la feria, estaría condenando a estas mismas personas a esperar afuera en los depósitos, que son ciertamente menos seguros y más insalubres que el paseo de la feria, para hurgar entre más basura en peores condiciones. el que esté pensando en proporcionar una pensión con el valor promedio de lo que se puede ganar pepenando en la feria debería comenzar por multiplicar esa cantidad por todos aquellos que estarían dispuestos a llevar a sus hijos a pepenar con tal de ganarse esa pensión.
se podría empezar, pues, por reconocer la territorialidad extra-legal de los pepenadores sedentarios, censándolos, marcando su territorio y dándoles un gafete y unos guantes. a cambio, estos se comprometerían a no usar trabajo infantil.
los pepenadores sedentarios establecidos acabarían ganando porque, aún cuando no contarían con la asistencia de sus hijos e hijas, tendrían mayor seguridad y estabilidad en el trabajo, además de que contarían con un privilegio de monopolio espacial que los defendería contra el mal de la tragedia de los comunes, según la cual, si no se regulase la cantidad de pepenadores y el espacio que estos ocuparían, podría darse el caso en que se sobresaturara de pepenadores la feria a tal grado que ninguno pudiese recolectar suficiente y que las peleas por las mejores ubicaciones se volviesen más violentas.

sin embargo, podría darse el caso en que los pepenadores sedentarios acepten oficialmente esta condición mientras mandan a sus hijos a hacer las funciones de pepenadores ambulantes en una zona lejana de su supervición. para evitar esta situación que podría ser peor que la actual para las hijas y los hijos de los pepenadores, adicionalmente, se debería implementar en la feria un programa de atención a los hijos de los pepenadores sedentarios mientras estos estuviesen empleándose.
este programa podría tener un enfoque de autosustento con valor cultural y formativo. por ejemplo, se podría enseñar a los niños a realizar artesanías mercadeables a los turistas, tales como pulseras o figurillas. en lapu-lapu, filipinas, existe un programa orientado a niños en situación similar en el que las artesanías de los niños son vendidas como parte del programa y el ingreso recavado es invertido en una cuenta de ahorro para los gastos escolares de estos.
Y QUÉ DE LOS PEPENADORES AMBULANTES?
las compañías cuyos envases de sus productos tienden a acabar en el suelo y por lo general no atraen a los pepenadores--como empaques de plástico de bon-ice y papitas, vasos de cartón de corona y coca-cola, botellas de plástico de refrescos y aguas, etc.--deberían de uniformar a algunos de estos pepenadores y hacerlos responsables de la limpieza de sus productos en determinadas calles o zonas a cambio de una paga decente.
nuestro gobierno no tiene por qué estarles haciendo el favor a estas empresas a través de nuestros impuestos.
en cuanto a los pepenadores ambulantes menores de edad, se debería de hacer lo posible por integrarlos a los programas para niños trabajadores en situaciones vulnerables mencionados arriba. a través de programas como el de lapu-lapu podrían convivir con otros niños en condiciones similares con quienes se podrían identificar y en quienes podrían confiar, además de que se fomentarían sus estudios y, en el peor de los casos, aprenderían un oficio menos riesgoso y más rentable.
