lunes, 22 de diciembre de 2008

amorem tene, facta sequentur

el amor es una cuestión de voluntad, no de convicción.

podemos tener fijo en nuestras mentes que el sumo bien es el amor y que en función a este actuamos. pero de nada sirve este pensamiento, por correcto y atinado que sea, si la convicción no emana de una predisposición del alma a amar.

para fijar esto en nuestros corazones es inservible todo argumento, toda reflexión--solo el amor puede generar amor.

para amar, decimos, no tenemos que convencernos; solo tenemos que querer amar. una vez que esta sea nuestra voluntad, poco importará que pensemos que el sumo bien sea el placer, el conocimiento o la virtud--lo cierto es que haremos amando, y así nunca haremos mal, y algunas veces inclusive haremos bien.

no hay que perder el tiempo, entonces, en cavilaciones sobre qué estamos haciendo mal cuando pensamos que queremos vivir el amor y no lo estamos practicando. lo único que debemos hacer es amar más o comenzar a amar.

digo esto porque muchas veces creemos que nuestro modo de pensar está haciendo la diferencia en nuestras acciones, que está marcando nuestras relaciones, e inclusive llegamos a pensar que para actuar amando lo que se necesita es hacer algunas modificaciones a nuestro modelo de pensamiento--o construir uno nuevo.

pero la verdad es que no importa qué tan buena ingeniería tenga un canal por donde no pasa el agua--la tecnología de punta no creará al agua. toda una filosofía del amor sin amor es como un elaborado acueducto sin fuente.

es entonces una pérdida de tiempo discurrir sobre el amor porque, para empezar, no tiene razones, y luego, nuestro parecer no es más que un reflejo de nuestra voluntad, de tal modo que querer corregir nuestro pensamiento para terminar haciendo mejor es tan absurdo como suponer que peinando al espejo nos acabaremos viendo más arreglados.

no solo eso. pensando que nuestro razonamiento puede tener alguna influencia sobre nuestras acciones, podemos hasta llegar a creer que nuestras culpas y debilidades no son más que errores de cálculo o faltas de presición; y esto mismo no ha de ser visto como una mera falla técnica, sino una irresponsabilidad.

no pensemos, entonces, en cómo mejorar o solucionar nuestras relaciones; amemos más, amemos realmente, y los hechos se sucederán.

2 comentarios:

Recomenzar dijo...

Me encantó tu definición y el encaro que le diste al texto Al grano corto y bueno
Saludos con besos

Aura Alicia Bravo Hernández dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.