martes, 18 de diciembre de 2007

luz silenciosa

de momento, cada que no haya tenido tiempo para una nueva entrada voy a rellenar con reseñas pasadas

tlahuiztli mocahuaztli=luz silencio
centlacotontli mocahuaztli=club silencio :)

El tercer largometraje del niño malo del cine mexicano, Carlos Reygadas, es un drama espiritual con tomas largas, retozonas y estrábicas como las que el tío Juan conserva de tu bautismo, aunque eso sí, con una cinematografía y unos paisajes inigualables.

La película abre con una escena muy hakuna matata en la que apreciamos al amanecer en una comunidad menonita de la Chihuahua contemporánea. De ahí en adelante veremos al patriarca Cornelio barajar su tiempo entre dos amores y seis hijos. Este estado de las cosas confundirá su alma, agotará a su esposa, exasperará a su amante y hará a su mismo padre, el reverendo Pedro, envidiarlo—a juzgar por sus efectos, este romance puede ser obra del “Maligno;” algo tendrá que hacer Cornelio o perderá a sus dos amores.

Habrá quien sienta que el estilo y tono de la película es algo pretensioso y que rehúye al público mexicano en general. Sin embargo, yo no creo que Reygadas haya tenido en mente hacer un gótico mexicano. Intuyo que su intención era más bien la de brindarnos una versión telenovelesca, y por tanto más digerible, de Ordet, la ópera prima de Carlos Dreyer, con amoríos por cuestiones metafísicas y lágrimas por vacilaciones de fe. En cualquier forma, la aportación de este nuevo género del melodrama autoconsciente no debe de ser pasada en alto.

A aquellos que piensen que se está dando una nueva oleada de cine presuntuoso en México, que no toca o contempla remotamente las problemáticas de fondo del país, y que no solo no está dirigido al mexicano promedio, sino que atenta escandalizarlo o excluirlo—piénsese en películas como el Búfalo de la Noche (2006)—, les complacerá ver una película romántica que tiene lugar en un medio rural y que está enfocado en una minoría sin mayor representación en la nación. Vean esta película con su pareja y contemplen el trabajo de una de las más grandes promesas del cine latinoamericano contemporáneo. Además, asómbrense de que en la radio plautdietsch no se cantan mal las rancheras.

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