martes, 8 de enero de 2008

internalización de excesos en la religión

cuando la religión y el sentido común entran en conflicto, está claro que uno de los dos deberá de ser pasado por alto--o la religión deberá de sufrir reajustes para no contradecir al sentido común.

esto creo: que la religión debe ser una representación mística del sentido común. una celebración extasiante del sentido común. un eterno proceso de descubrimiento del sentido común y de subsecuente contacto con la verdad. lo demás no es religión, sino mera creencia.

esto implica que si Dios te manda a sacrificar a tu hijo, Dios mismo debe de ser desobedecido. esto implica que si liberarte sexualmente con cierta frecuencia te mantiene en equilibrio contigo mismo y en el mundo, entonces debes de librarte a tus impulsos carnales con el mismo fervor con el que te das a tus oraciones de cada día, independientemente de lo que haya dicho el o la profeta.

el tiempo de discutir los excesos buenos y malos de nuestros mensajes religiosos ha llegado:
digo que buddha pecó de puritanismo libidinal. exhonero a quetzalcóatl de la culpa inexistente de haber "osado" conocer una doncella una buena noche de copas--noé pasó por las mismas y vivió cientos de años más en felicidad plena. doy la oportunidad a pablo de recapacitar su prejuicio contra el placer carnal. felicito al profeta Mahoma por su realismo marital, conocimiento de sus límites, respeto a culturas y tradiciones, y sobretodo por su flexible política connubial focalizada a cada caso. en cuanto a abraham, me espanta su irrespetuosidad a la vida de los otros.

el tiempo ha llegado de internalizar los excesos dentro del canon moral de la religión. la era en que se equiparaba al exceso con el vicio por defáult es ida. sabemos que, suministrados en sabias doses, los excesos nos liberan, nos dan paz y nos realizan sin el menor daño a 3os y hasta con beneficio moral propio. los vemos desequilibrarnos en ocasiones, cierto, pero también los vemos mantener nuestro equilibrio cotidianamente.
hay un orden en los excesos y estos nos ayudan a mantener el orden.

es nuestra responsabilidad mantener nuestro equilibrio; no ser obedientes o sumisos. aspiramos a la armonía espiritual y cósmica; no a la mera servitud ni al orden impuesto. adicionalmente, todos contamos con las mismas facultades ilimitadas para realizar juicios morales. así las cosas, juzgar por nosotros mismos en cada caso cuáles excesos nos benefician, y cuáles nos perjudican, es nuestro derecho y está entre nuestras capacidades. cualquier fundamentalismo o generalización en este respecto no es más que otra creencia irreligiosa.

1 comentario:

Unknown dijo...

Solamente aclarar que la historia de Abraham puede ser una forma simbólica de decir que a Dios no le interesan los sacrificios humanos, y que el pueblo elegido no debería practicarlos nunca. (Para la Torah, Dios es bueno por definición y nunca ordenaría algo malo, pues precisamente nuestra sindéresis existe a imagen y semejanza de la divina).
San Pablo nada más dice que el matrimonio cristiano y monogámico es el único contexto en el cual la satisfacción del instinto sexual mediante la entrega mutua recibe la bendición del Creador. (Si no es así, se estaría adulterando la función sexual).
En mi experiencia personal, si uno es soltero, resulta difícil resistir las tentaciones, especialmente por el bombardeo a que nos vemos expuestos por los medios. Lo mejor en ese caso es darle poca importancia al asunto y procurar que no se vuelva uno obsesivo (como pasa a veces con la dieta, ya que hay personas que piensan tanto en que hay que evitar la comida chatarra, que acaban pensando nada más en comida chatarra).
De cualquier manera, hay que ir superando etapas, proponernos ser virtuosos mediante la autodisciplina, que si la practicamos con entusiasmo cada vez nos será menos difícil ejercer, e idealmente canalizar nuestro deseo de amar integralmente a través de una persona que tenga las cualidades que nos complementen, para compartir toda una vida, tanto en el aspecto físico como en todo lo demás.